domingo, 15 de junio de 2008

Asociaciones esencialistas y perversas: a propósito del comercial de Lay's Andinas

En un post anterior criticaba que no se diera más bola a la papa en este su año internacional. En este, a riesgo de ya caer espeso, criticare una forma en que se le esta dando bola a la papa: Me refiero al comercial de las papas Lay’s Andinas.


No es que este comercial tenga alguna particular novedad que tenga que ser criticada. Lo criticable es que es una reiteración más de las mismas asociaciones que una y otra vez se hacen - en propagandas, en discursos públicos, en textos escolares, etc. – respecto al quechua, lo campesino y lo inca.

En este comercial de Lay’s Andinas nuevamente vemos una vez más lo siguiente

  • La asociación entre el quechua y lo campesino.
  • La asociación entre el quechua y lo inca.
  • La asociación entre lo inca y lo campesino.

No es que estas asociaciones sean absurdas y que no haya nada entre lo inca, el quechua contemporáneo y lo campesino contemporáneo. Lo que pasa es que al reiterarse una y otra vez estas asociaciones tienden a ratificar ideologías que asumen que estas relaciones entre lo quechua, lo campesino y lo inca, son relaciones esenciales. Así, el espacio donde el quechua es visto como normal, aceptable, legítimo se reduce únicamente al espacio rural. Por lo general el quechua no lo podemos aceptar, y muchos ni imaginar, como una lengua en la cual se pueden llevar a cabo cualquier tipo de interacción social concebida como “moderna” o “urbana” (como por ejemplo aquellas que se dan en un banco, en una corte judicial o en una clase universitaria). De esta forma se reafirma la noción que lo urbano no es el espacio del quechua. Quizás sea innecesario mencionar que hay muchísima gente que habla quechua en las ciudades, incluida Lima, y que sufre constantemente discriminación cuando “transgrede” la norma silenciosa según la cual “el quechua solo se puede hablar en el campo”.

La asociación entre el campesino, lo quechua y lo inca hace que se subraye que los campesinos quechuas contemporáneos son valorables solo en tanto son remanentes, residuos, supervivencias de lo que antes fue la grandeza andina prehispánica. De modo que los campesinos no son valorables en la medida que lo debería ser cualquier ciudadano: simplemente porque es un ser humano y un(a) ciudadano(a). Esta asociación además es funcional a contextos y discursos que romantizando al campesino niegan la contemporaneidad de los campesinos andinos. Imaginados lejanos en las montanas, también se los imagina como viviendo en otro tiempo. No pocas veces se escuchan cosas como “es que estos campesinos viven en el s XVI” inclusive de intelectuales supuestamente informados. De modo que al no compartir el espacio ni el tiempo de “lo moderno”, no tiene por que sorprendernos que no gocen de los mínimos derechos ciudadanos ni de mínimos servicios básicos.

El romanticismo que tiñe estas asociaciones es en gran medida uno de los mecanismos que permite la silenciosa reproducción de los más negativos estereotipos que legitiman formas de discriminación de los hablantes del quechua y de los campesinos andinos. (Conste que los hablantes de quechua no son todos campesinos andinos y que no todos los campesinos andinos hablan quechua. No se trata pues de una relación esencial.) Este cariz benévolo de la celebración romántica de lo campesino esencialmente ligado a lo quechua y lo inca esconde el lado siniestro de estas asociaciones. Y si se cree que exagero respecto a la perversidad de estas asociaciones solo deberíamos revisar los argumentos esgrimidos de uno y otro lado explicando las muertes de 8 periodistas en Uchuraccay y al mismo tiempo el ominoso silencio alrededor de la persecución y casi exterminio de toda esta comunidad (luego de la muerte de los periodistas). En ese drama quedo claro que las vidas de 8 periodistas citadinos son muchísimo más valiosas para nuestra sociedad que una comunidad entera que fue prácticamente aniquilada tanto por Sendero como por el Ejercito. Que los campesinos de Uchuraccay fueron imaginados viviendo en un espacio y un tiempo tan lejano, tan distinto al “moderno” que no se podía creer que tuvieran relojes de pulsera o se llegara a afirmar que confundieron cámaras fotográficas con armas de fuego. Vale la pena leer con calma el reporte de la CVR respecto a este caso.

En fin. No estoy acusando al comercial de Lay’s Andinas de haber inventado estas asociaciones ni ser particular o intencionalmente perverso. Lo que digo es que este comercial es un ejemplo mas de cómo en la esfera publica, de las maneras aparentemente mas inofensivas, una y otra vez, se nos machaca el mismo mensaje esencializante que relaciona inextricablemente lo quechua con lo campesino y con el pasado inca. De esta forma la cultura campesina es valorada solamente como vestigio del pasado, lo quechua es reducido a lo rural y los campesinos son vistos como otros tan lejanos que nos parece normal, obvio, que no gocen de los derechos o servicios que todo ciudadano peruano debería gozar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tu alegas que el comercial es:

* La asociación entre el quechua y lo campesino.
* La asociación entre el quechua y lo inca.
* La asociación entre lo inca y lo campesino.

debo decirte que me parece mas bien una asociación entre:

el quechua y la papa
el campesino y la papa
entre lo inca y la papa

y finalmente el amor del campesino por su tierra.
Creo que estas siendo un paranoico. deberias dejar de creer que todo lo que tenga temas rurales y que sea inca, debe ser necesariamente una forma extrema de racismo.

te digo esto como un limeño de tercera generacion y muy orgulloso de ser medio cuzqueño, pero principalmente ser peruano. deja de ver fantasmas en todas partes

Guillermo Salas Carreño dijo...

Las asociaciones que propones terminan siendo lo mismo: a través de la papa se reafirma la relación esencial entre las otras tres categorías. Estas relaciones terminan contribuyendo a la reproducción de patrones discriminatorios cuando, a fuerza de repetición se tornan univocas, inextricablemente asociadas, esenciales. Esta fuerte asociación ciertamente no se la debemos al comercial de Lays, el problema es que este las refuerza.
Cabe decir también que la papa fue desarrollada muchísimo antes de los incas en el seno de una sociedad que muy probablemente no había desarrollado aun el Estado Complejo como forma política. Así, ¿es esa asociación entre lo inca y la papa simplemente gratuita? No, pues esta es funcional a la romantizacion del campesino contemporáneo. Aquí no estoy acusando de mala voluntad a los creativos de ese comercial, simplemente digo que tienen estas asociaciones tan fuertemente internalizadas que repetirlas les parece normal y quizás loable.
No creo haber sostenido - ni en este ni en otros posts - que "todo lo que tenga temas rurales y que sea inca, debe ser necesariamente una forma extrema de racismo". Lo que trato - quizás sin mucho éxito - es de mostrar ciertas formas ideológicas que por lo acostumbrados que estamos a ellas nos parecen normales y obvias. De ahí que si pues puedo parecer paranoico y exagerado.
Ser limeño o cusqueño, de primera o tercera generación, no nos libra de tener internalizadas ideologías discriminadoras (aunque ciertamente estas no son totalmente iguales en Lima y en el Cusco).