jueves, 13 de marzo de 2008

Más sobre las protestas en Cusco - texto de Jorge Millones (versión fnal)

Y ES QUE HAY ALGO MÁS, QUE A SIMPLE VISTA NO SE VE

Debajo de las agendas enarboladas por las marchas y paros en Cusco, hay algo que en verdad no se ve, pero se mueve. Hay que ajustar un poco la mirada nomás y sacarse los lentes estructuralistas y economicistas. Por eso, me parece notable el enfoque de Guillermo Salas sobre la ideología y las mentalidades en Cusco. Visibilizan un tejido mental en proceso, con la potencia de preludiar algo mas articulado, pero no abstracto, sino sobre la base de cosas muy concretas, que se articulan lamentablemente, solo como negatividad, como crítica, digamos como una “rabia”, pero como comienzo esta muy bien.

Son reivindicaciones que suelen salir de tanto en tanto, pero por lo tradicional de las formas de protesta, por lo tradicional de las organizaciones sociales y la manera igualmente tradicional de ver la política de la Asamblea Regional y las organizaciones sociales, no se visibilizan. Detrás de las jornadas de protesta en el Cusco, debajo del rechazo de las leyes contra el Patrimonio, hay una serie de “rabias” que emergen. Al ver la tele, probablemente la mayoría diga: “¡Encima de todo lo que tenemos que pasar para sobrevivir, nos insultan y nos quieren quitar el patrimonio!”.

“Todo lo que tenemos que pasar para sobrevivir”. Justamente, la primera “rabia” es muy concreta, muy real, muy física. Tiene que ver directamente contra el costo de vida, lo que nos cuesta a la gran mayoría seguir vivos en un país como este. Eso nos remite al modelo económico, al modelo que desde Fujimori, lejos de cambiar, se ha radicalizado: el Neoliberalismo. Y aunque Fujimori este siendo juzgado, y, esté Montesinos preso, el modelo económico que impusieron con una dictadura, continúa. La agenda neoliberal y privatista es intocable, y los medios de comunicación critican, pero dentro de estos inamovibles marcos, jamás imaginan la posibilidad de razonar por fuera de esto. A lo mucho, las noticias más críticas son por la mala gestión de lo establecido, pero no se critica lo establecido sistémicamente. La traición del toledismo y del aprismo al pueblo peruano, es evidente, cuando miramos su derrotero económico.

La segunda “rabia” tiene que ver con la exclusión. En Cusco sentimos (recalco sentimos) que Lima nos excluye. ¿Y de qué nos excluye? Para empezar del “desarrollo” que lograrán con nuestros recursos naturales. Desarrollo que no nos desarrolla, sino que nos enrolla, de problemas. Todos los megaproyectos de desarrollo a partir de nuestros RRNN, todos, han traído como consecuencia, desastres ambientales y desalojo de comunidades. La construcción de grandes carreteras, de gaseoductos y de mineras, trajo como consecuencia cualquier cosa menos “desarrollo”. ¿O será que el desarrollo es justamente eso, la indiscriminada construcción de moles tecnológicas, de concreto y nada más?

Y aquí salta otra cosa que moviliza, pero aún no se expresa políticamente: Autonomía Regional, que se expresa en la gestión democrática y participativa de nuestros recursos naturales y de nuestro patrimonio. Pero no, el gobierno sigue diciendo que lo nuestro es del ESTADO, y, todo sigue igual: centralizado y nosotros excluidos...

El manejo centralizado de los recursos, impide que los pueblos y las regiones puedan llevar sus destinos, causando dependencia y sometiéndose a los dictados del gobierno central: “Si te portas mal, no te doy recursos, te castigo” Así lo dejó entrever hace poco Del castillo y Alan tuvo que salir a apagar el fuego. Y en los pueblos como el cusqueño, cada cierto tiempo, en las marchas y protestas con motivo de cualquier cosa, saltan consignas sobre Autonomía Regional.

La ley de la Selva, las leyes de inversión en Cusco, etc. Todas estas medidas se hacen sin diálogo, se piensan y tramitan en Lima en un Congreso que es la institución más deslegitimada, que ha salvado la cabeza a una congresista aprista que debió irse presa, en el mismo momento que en una comunidad los abigeos hacen de las suyas: como se ve, también te excluyen de la justicia.

Además, nos excluyen del derecho a visitar nuestro propio patrimonio. En las autoridades centrales, existe una voluntad antidemocrática, lo demuestran las leyes que salieron, sin una conversación directa con las autoridades del Cusco, sin una convocatoria a las organizaciones sociales.

Desde hace muchos años, el Patrimonio Monumental ha sido desligado del patrimonio que lo forjó, el Patrimonio Cultural Inmaterial, es decir, el espíritu colectivo que sostenido en una historia, lo construyó. Los portadores más legítimos de ese espíritu colectivo, no son evidentemente las autoridades de Lima, los medios de comunicación, los periodistas, los intelectuales, los políticos, ni siquiera los mistis cusqueños, son las comunidades indígenas, sus pobladores, sus organizaciones y sus dirigentes.

Sin embargo, tanto el Estado (INC, museos, universidades, municipios, etc) como la empresa privada (grandes hoteles, empresas ferroviarias, restaurantes, etc) marginan (económica y culturalmente) a los pueblos que por derecho (justamente) de patrimonio, les correspondería ser los más privilegiados. Por el contrario, el circuito turístico incluso de la plaza de armas del Cusco (discotecas y restaurantes) margina a cualquier persona que sea de piel oscura. Cualquier indígena que ose entrar a tal circuito, es inmediatamente expulsado. A menos que se use sus ropas para tomarse fotos con los gringos.

La creación del Perú, no supone automáticamente que los comuneros quechuas son inmediatamente peruanos. Ese es un proceso de inclusión muy complicado, si algo reveló las últimas elecciones, es la cantidad de gente de comunidades que no tiene un DNI, salud, educación bilingüe, entre otros tantos derechos básicos que debe tener un ciudadano. Bueno pues, tampoco tiene derecho a visitar el patrimonio que les fue legado por sus ancestros, más directamente que a otros peruanos, con DNI, con educación, con salud, y con “patrimonio”. Los cusqueños quieren ser parte del Perú, pero no sólo como una postal turística para los gringos, sino con ciudadanías interculturales efectivas.

Otra exclusión fue la APEC, que dicho sea de paso, mientras siga este modelo neoliberal, no nos beneficia en nada, la señora de los anticuchos, seguirá igual con APEC o sin ella. Ahora, no nos da rabia que nos hayan excluido de la APEC, los que pierden son ellos, igual van a venir a ver Macchu Picchu, lo que nos da rabia es que nos hayan “castigado” con eso. Como si fuésemos menores de edad “¡Qué se creen estos limeños para castigarnos!”, se escuchaba por las calles de aquí.

Y aquí surge otra “rabia”: el menosprecio. El no reconocimiento de lo legítimas que son las luchas cusqueñas. Como se lo dijeron a Del Castillo, aquí en Cusco hace poco, diversas autoridades cusqueñas: “Usted debe desagraviar al pueblo cusqueño”. En nombre de todos aquellos tuvo que hacerlo. Y el menosprecio que ha llegado hasta el insulto, no es sólo político, es también racista, y creo que ese es el tema que subyace a muchas opiniones políticas.

En ese tenor, tenemos un acumulado de tensiones producidas por ataques racistas, que vienen desde Lima, o como bien dice Guillermo Salas en su análisis de la ideología cusqueña, desde lo que ésta ideología interpreta como “Lima”. Desde las elecciones pasadas, los medios y los políticos más “limeños” (léase más racistas, más privatistas, más clase media, más centralistas, más excluyentes, etc) destilan opiniones que acrecientan esta brecha y alimenta la ideología de “Lima la blanca, la horrible, la virreynal•: Ahí tenemos a Florez Araoz, Jaime Baily o Martha Hildebrandt. Cuando Flores Araoz suelta comentarios tipo: “Qué le vamos a preguntar a los auquénidos si se firma o no el TLC, pues”. O en las elecciones, cuando Jaime Baily despotricando contra los que iban a votar por Humala, y dice: “Lo que pasa es que allá, en altura, no llega el oxigeno y la gente no puede pensar bien” Y en le caso de la somnolienta congresista fujimorista, bueno, ya sabemos cómo opina de sus colegas indígenas.

Existe una ideología cusqueña que pinta Lima como “aquel lugar de donde vienen todas las cosas malas”, y después de los comentarios qué cite, cómo no. Pero también existe una ideología limeña que se pinta a sí misma, como un centro de poder, que se autolegitima, que se percibe como “aquellos que deben resolver los problemas del país”. En los medios de comunicación periodistas, analistas y autoridades se dicen entre ellos: “Qué hacemos con Cujco” “Cómo resolvemos lo de Ayacucho”, como si el resto del país no pudiese resolver sus problemas, como si las periferias obligadas de Lima fueran propiedad de algunos limeños.

Lamentablemente, estas “rabias” no se politizan, no encuentran un cauce democrático radical (“radical”, en el sentido de Laclau y Mouffe, no de los medios de comunicación). Y esa es la tarea para lograr un país inclusivo, tumbarse una pared, para el ojo legal es sólo un delito, una trasgresión a los derechos del otro. Lamentablemente esas “rabias”, sí son vistas políticamente por grupos que ven en la violencia una herramienta política de construcción, y ese el peligro, pero más peligroso es negar su existencia y no entender sus orígenes.

Estas manifestaciones populares, políticamente “irracionales”, que aquí hemos denominado rabia, son para el terrible ojo político de Alan García: terrorismo, son las apocalípticas jaurías del hortelano. Ninguno ve, que en esa pared tumbada están las rabias ciegas que actúan así porque no tienen un cauce político, abonando justamente a favor de García y los grandes medios de comunicación de Lima, que en una marcha, buscan siempre la foto de aquel pequeño extremo (extremista) para generalizar con ese extremo a todo el movimiento y deslegitimarlo frente a la opinión pública nacional.

Abrazos cusqueños de un limeño, que ya no dice Cujco, o sea, que no se come las “eses”

Jorge Millones

sábado, 8 de marzo de 2008

Gente decente en el Cusco de las primeras décadas del s. XX.

Este textito fue previamente publicado en Forma 14, 14 de agosto de 2007.


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El Cusco de las primeras décadas del siglo XX era una ciudad pequeña. Algo más grande que la Calca actual y mucho más pequeña que el Sicuani de nuestros días. La ciudad era básicamente la residencia de los hacendados, el emplazamiento de las ‘instituciones’ estatales y el lugar de trabajo de un pequeño sector que vivía de producir bienes y dar servicios.

En sus casonas de varios patios vivían no sólo las familias dueñas de estas, posiblemente hacendados que a la vez que abogados, médicos o profesores. También residían varias familias que les servían, y los pongos de las haciendas. Además estaban quienes alquilaban cuartos en el primer piso del primer patio, o si tenían menos recursos en el segundo. Las tiendas que daban a la calle alojaban a artesanos: carpinteros, zapateros, sastres. Algunas de estas tiendas también eran chicherías o teterías. En ese Cusco vivían en cotidiana interacción personas de diferentes estratos sociales, de distintos oficios, las elites y el pueblo. Aun en las zonas más decentes de la ciudad este era el panorama, tal como lo encontró Arguedas y nos lo describe en las primeras páginas de Los Ríos Profundos.

Esta interacción constante necesitaba de ideologías que marcaran las diferencias sociales y legitimaran el orden jerárquico. En la sociedad terrateniente del sur de los EEUU durante el s. XIX, por ejemplo, el orden social entre hacendados y esclavos de origen africano estaba legitimado por el fenotipo: los negros eran considerados inferiores y los blancos superiores en todo aspecto. En el Cusco, sin embargo, la apariencia física o el color de la piel no eran útiles para este fin. Y es que ya llevábamos siglos mezclándonos y muchos de los sectores más poderosos compartían el color trigueño y los rasgos andinos de los sectores populares.

Pero construimos la decencia que era un código de honor. Decentes eran los hacendados y los profesionales. Debido a que había por ejemplo manaderos (comerciantes de carne) que ganaban tanto o más que un abogado, la decencia se asociaba no necesariamente con la capacidad económica, sino con la actividad desempeñada. Cuanto menos trabajo físico se hiciera, más decente era la persona. Así los artesanos no eran tan decentes como los abogados o profesores. Ser decente suponía ser refinado, culto, inteligente, virtuoso, justo y tener una sexualidad apropiada. La decencia suponía pues una pureza moral y sexual de la que carecía la gente del pueblo. Esta se adquiría en la cuna, lo que hacía posible que este bien preciado se restringiera a ciertas familias.

Pero al mismo tiempo, de moda con el liberalismo de esa época que proclamaba la igualdad entre las personas, se consideraba que uno podía adquirir decencia a través de la educación. Por ejemplo, Valcárcel en 1914 escribió: “Recibir un titulo profesional es una dignificación que borra los estigmas de procedencia”.

La gente del pueblo, gente que se dedicaba al trabajo manual, era pues ignorante, inmoral y practicaba una sexualidad reprensible. De esta forma se explicaba la supuesta abundancia de madres solteras en las clases populares, lo cual también sucedía en las elites pero era ocultado y negado por las familias decentes.

Esta ideología estaba pues profundamente vinculada al control de la conducta sexual y a las jerarquías de género. Los mestizos del pueblo eran considerados moralmente retrógrados y sexualmente promiscuos: los hombres vistos como padres y esposos poco confiables, las mujeres como incapaces de controlar su lujuria. Frente a ellos, los indios eran considerados sexualmente violentos, y las indias, frígidas.

Conservar la decencia suponía que las clases altas se casaran entre ellas. Sin embargo estos matrimonios no impedían que los caballeros decentes sacaran los pies del plato y tuvieran relaciones con mujeres de estratos inferiores. Dios perdonaba el pecado pero no el escándalo, y estas relaciones y los hijos que producían eran secretos tabúes familiares.

Los caballeros decentes eran el fiel de la balanza, tenían algo así como una infalibilidad moral y por ello estaban predestinados a ocupar cargos públicos. En oposición, las damas decentes podían participar en la vida de la ciudad solamente como madrinas de obras públicas, como reinas de belleza en los carnavales u ofreciendo fiestas en la casa familiar siempre bajo el tutelaje masculino. Cualquier otra actividad pública de una dama constituía una humillación para la familia, y esto incluía las actividades económicas. Transgredir estas normas costaba una fuerte sanción social en la que su honorabilidad sexual era cuestionada. Una relación amorosa impropia colocaba a una mujer decente como victima de su propia trasgresión: Usualmente era abandonada por su amante y dejada de lado por su familia.

De esta forma el control de las actividades de las mujeres constituía una clara forma de diferenciación social: Las vendedoras del mercado o las dueñas de chicherías eran vistas como una desviación, se cuestionaba abiertamente su moralidad sexual y se las consideraba una amenaza al orden establecido.

Al pensar en esa sociedad vemos que mucho ha cambiado en nuestro Cusco. Sin embargo, para que cambien ciertos aspectos de un fenómeno es necesario que otros permanezcan constantes. Frente al escenario de los inicios del s. XX, podríamos cuestionarnos qué es lo que ha permanecido constante y cómo esto se relaciona a las actuales jerarquías entre cusqueños y entre mujeres y varones. Para atizar esta reflexión recomiendo la lectura de Mestizos Indígenas, libro de la antropóloga Marisol de la Cadena del cual he extraído las ideas que aquí presento.

Sonidos alternantes y la “motosidad” del castellano de los quechuahablantes

En 1889 Franz Boas publicaba un pequeño artículo que vendría a ser un clásico de la antropología lingüística: “Sobre sonidos alternantes” (1) discute un fenómeno que algunos de sus contemporáneos atribuían al primitivismo de ciertas lenguas indígenas de América: los indígenas pronunciaban, en sus lenguas, la misma palabra unas veces de una forma y otras de otra. Boas muestra que este fenómeno no era intrínseco a las lenguas nativas sino a la estructura fonológica del lenguaje del oyente. Esto es, el fenómeno se trataba de la percepción alternante de sonido en lugar de una producción alternante de sonido.
Un ejemplo visual que ilustra esto es el siguiente: “Es bien conocido que muchas lenguas carecen de una palabra para verde. Si mostramos a un individuo que habla ese idioma una serie de laminas verdes, el llamará a algunas amarillas y a otras azules siendo incierto el límite entre estas categorías. Algunos colores los clasificará hoy como amarillos y mañana como azules. El solo puede percibir el verde a través del amarillo y del azul.”
Así, la manera cómo percibimos el mundo sigue los patrones del conocimiento y las categorías previas que manejamos. “Se ha encontrado que vocabularios hechos del idioma esquimal, a pesar de haber sido elaborados con marcas diacríticas o alfabetos especiales, muestran evidencia de la fonética de los lenguajes de quienes los han producido. Esto sólo puede ser explicado por el hecho de que cada uno percibe los sonidos desconocidos a través de los sonidos de su propio lenguaje”.
Esto es lo que nos pasa a quienes hemos sido socializados en castellano cuando escuchamos el castellano hablado por personas que tienen el quechua como lengua materna. Y es que las estructuras fonológicas del quechua y del castellano son distintas. Particularmente respecto a las vocales, el quechua de los runas no tiene la vocal castellana ‘e’ ni la ‘i’ sino una intermedia entre ambas, que se produce en un lugar distinto de la boca. Lo mismo pasa con la ‘o’ y la ‘u’. Cuando un quechuahablante pronuncia una palabra castellana que contiene ‘e’ o ‘i’, no usa las estas vocales castellanas sino la vocal quechua intermedia. De este modo los que tenemos el castellano como lengua materna, al no identificar esta vocal como ‘e’ la clasificamos como ‘i’, y viceversa. Así por ejemplo, escuchamos que los quechuahablantes dicen ‘merando’ en lugar de ‘mirando’; y oímos que dicen ‘istaba’ en lugar de ‘estaba’. Lo mismo pasa para la ‘o’ y la ‘u’. Este fenómeno de alternancia en cómo escuchamos la misma vocal quechua (ya sea como ‘i’ o ‘e’ / ‘o’ o ‘u’), es precisamente el mismo al que se refería Boas en su texto del siglo antepasado. Mientras este fenómeno era atribuido a la primitividad de los idiomas indígenas por sus contemporáneos, para nosotros funciona como un indicador de ignorancia o falta de inteligencia. Esto es parte del fenómeno que se conoce despectivamente como el “mote” de los quechuahablantes.
Pero, ¿es que un quechuahablante no puede aprender a pronunciar correctamente el castellano? El aprendizaje del idioma materno es fundamental en la configuración de los tipos de sonidos que podemos producir con nuestro aparato vocal. Nuestros músculos se especializan en producir cierto tipo de sonidos. Es así que cuando uno aprende una segunda lengua la pronunciación siempre lleva la impronta de la lengua materna. Hay quienes hablan mejor que otros una segunda lengua pero por lo general es muy fácil notar cuando alguien cuya lengua materna no es la nuestra, habla en ella. Esto sucede por igual si es que el que habla castellano es un angloparlante, francoparlante o quechuahablante. La cultura moldea nuestros músculos. Es importante notar sin embargo que la “motosidad” de un angloparlante no tiene la misma significación social que aquella de un quechuahablante. Es allí donde nuestras ideologías sobre quien es quien en el mundo atribuyen a estos fenómenos sonoros significados sociales, sin que muchas veces siquiera estemos conscientes de ello.
(1) Boas, F. (1889). On alternating sounds. American Anthropologist 2 (1), 47-54.
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YAPA
Qué hace Boas en la foto?
Esta posando cómo un danzante Hamats'a sale de la habitación secreta.
Although Boas had taken numerous photographs of posed dancers and ceremonial orators during his field trip, he had no in situ images of the Hamat’sa phase he chose to depict. In order to insure the gestural accuracy of the individual figures, Boas himself posed for a museum photographer in the aspect of each ceremonial player: seated drummers, standing dance attendants, and crouching initiate. He was not the only early anthropologist to do so: both Frank Hamilton Cushing and James Mooney also posed for similar images. These were, after all, the first generation of American fieldworkers, and they may have been promoting the new methodology of participant observation by literally performing their recently acquired embodied knowledge in front of their armchair rivals on the east coast, while recording the evidence for posterity.
Tomado de aquí.

El estado, el quechua y las jerarquías sociales

Ya que me animé a inicial un blog, aqui inserto algunos articulos que publique el año pasado en el suplemento Forma del Diario del Cusco, y que creo no han perdido actualidad.


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Trascribo algunos fragmentos de
la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, recientemente aprobada el 7 del presente mes.

Artículo 8

Los pueblos y las personas indígenas tienen derecho a no sufrir la asimilación forzada o la destrucción de su cultura. Los Estados establecerán mecanismos eficaces para la prevención y el resarcimiento de […] toda forma de asimilación o integración forzadas.

Articulo 13

Los pueblos indígenas tienen derecho a revitalizar, utilizar, fomentar y transmitir a las generaciones futuras sus […] idiomas […] Los Estados adoptarán medidas eficaces para garantizar la protección de ese derecho y también para asegurar que los pueblos indígenas puedan entender y hacerse entender en las actuaciones políticas, jurídicas y administrativas […].

Estos fragmentos son particularmente relevantes para comentar sucesos recientes que han llamado la atención sobre la relación entre Estado y los hablantes de idiomas indígenas. Me refiero al encontronazo entre María Sumire, Hilaria Supa y Martha Hildebrandt en el Congreso a raíz del proyecto de ley para La Preservación, Uso y Difusión de las Lenguas Aborígenes del Perú.

Podría ser que algunos piensen que defender la posición de las congresistas Sumire y Supa en el Cusco es predicar a conversos pues los cusqueños solemos ser campeones defendiendo “lo nuestro”. ¿No son patentes acaso nuestros discursos sobre la defensa del patrimonio cultural y de la herencia que nos dejaron los Incas? Pues bien, el problema es que las formas cómo entendemos esta defensa tienden a hacerle el juego a posiciones más cercanas a las de Hildebrant antes que a las de Sumire y Supa. Me explico:

El discurso cusqueñista de las instituciones oficiales tiende a defender el patrimonio cultural (ojo que aquí no hablo de monumentos) entendido fundamentalmente como vestigio de un glorioso pasado. En las celebraciones de la ciudad, en los discursos oficiales, en los eventos culturales se usa el quechua pero restringido a expresiones poéticas, cuando se quiere tocar fibras emocionales regionalistas. Se repite que debemos cultivar la herencia de nuestros antepasados pero la cultivamos abierta y públicamente -cuando lo hacemos- solo con frases pomposas o en el guión del Inti Raymi. Pero, ¿acaso es posible entrar en un banco y hacer una transacción en quechua? ¿Acaso se puede presentar una solicitud escrita en quechua a alguna autoridad? ¿Acaso el Ministerio de Salud ofrece información sobre métodos anticonceptivos en quechua? ¿Acaso los niños quechuahablantes reciben educación en su idioma?

Es obvio que en la región muchísima gente interactúa cotidianamente en quechua y no solo en ocasiones pomposas. El problema es que nuestra sociedad se niega a reconocer al quechua como un idioma en el cual se puede llevar a cabo interacciones consideradas “modernas” como aquellas que se dan en un banco, que se entablan por un oficio a una autoridad, o en un noticiero televisivo. Al mismo tiempo que se celebra el quechua como herencia de los antepasados, aquellos que lo hablan cotidianamente tienden a ser vistos como ignorantes e incultos. Parecería pues que estamos dando la razón a Martha Hildebrant cuando dice “Este proyecto de ley está mal. Pero está bien para quienes quieren estar bien con su conciencia, y mal con la realidad.” Si es que el quechua es ajeno al mundo “moderno” ¿qué sentido tendría que el Estado se comunique con sus ciudadanos en quechua (u otro idioma indígena)? Sería poco realista. No pues, los ignorantes tienen que aprender el idioma de la civilización para interactuar con el Estado que se supone los representa. Así piensa la señora Hildebrant y de algún modo, al encasillar al quechua con lo rural y el pasado, le hacemos el juego.

Para interactuar con el mundo oficial, con las instituciones ‘modernas’, en el mundo de la economía monetaria formal, los hablantes de lenguas nativas no tienen otra alternativa que aprender un nuevo idioma. Los quechuahablantes están forzados a aprender y vivir en un mundo dominado institucionalmente por el castellano. Resulta obvio pues que se trata de una situación de asimilación forzada que perdura ya desde hace varios siglos.

Quisiera subrayar que el problema fundamental aquí no es la defensa de algo que está desapareciendo. Que el quechua esté desapareciendo es antes la proyección de los deseos de su desaparición que una realidad sociológica y es una cantaleta que se viene repitiendo desde hace ya bastantes décadas. Esta defensa es funcional para nuestro orgullo regional y para situar al quechua en un espacio ajeno a lo contemporáneo. Lo que realmente está en juego no es la pervivencia del quechua sino la de las jerarquías sociales que se legitiman a través de las desiguales valoraciones del castellano y del quechua. En tanto el quechua siga siendo asociado esencialmente al pasado glorioso, a lo rural, y a lo tradicional las desigualdades y jerarquías de nuestra sociedad seguirán tal cual. Se necesita pues asumir que el quechua y cualquier otro idioma indígena son tan útiles como el castellano para toda interacción social. Y asumir esto solo se logrará a través de la práctica social, de políticas públicas, de acciones concretas.

Esto es urgente y además es, de acuerdo a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblo Indígenas (elaborada con activa participación peruana), un deber del Estado. Ese es un camino que no podemos ignorar si es que queremos una sociedad más democrática, inclusiva y tolerante. Deberíamos ya estar todos concientes de esto luego de la macabra realidad que nos enrostró la CVR: 3 de cada 4 víctimas fatales de la violencia política eran hablantes de algún idioma indígena. ¿Necesitamos un dato más brutal? Tal como el Artículo 43 de la citada declaración menciona, garantizar este derecho (y muchos más contenidos en ese documento) no es algo generoso o simplemente políticamente correcto. Se trata de hacer lo mínimo: Los derechos reconocidos en la presente Declaración constituyen las normas mínimas para la supervivencia, la dignidad y el bienestar de los pueblos indígenas del mundo.

jueves, 6 de marzo de 2008

videito manda

Encontré estos videos en los que uno puede hacerse una idea de cuan masivas fueron las protestas en el Cusco.

Este primero es del 23 de enero y muestra las marchas en el centro de la ciudad. Si observan bien al inicio del video hay unos turistas marchando con los guías de turismo (claro esto lo deduzco solo por el fenotipo que no es evidencia concluyente). Mas importante es notar la masiva participación femenina en las protestas. ¿Serán estas personas las que se movilizan por temor a ser desplazadas por las inversiones de hoteles 5 estrellas como afirma Rosa Maria Palacios?



Este otro es del 22 de febrero. muestra a los pobladores de los barrios de la zona noreste del Cusco marchando hacia Saqsayhuaman donde cantan el Himno al Cusco y se apostan en los andenes que dan hacia la ciudad.



Así se informo en TV Peru:



Reitero: Las protestas en el Cusco fueron notablemente masivas y notablemente pacificas.

martes, 4 de marzo de 2008

¿Por qué los cusqueños siguen protestando a pesar que se modificaron las leyes?

Aquí va mi intento de explicación de estas misteriosas protestas para quienes tienen algún interés en entender lo que esta pasando en el Cusco. Espero que contribuya en algo. No es una explicación simple pues el problema tampoco lo es. Empecemos:

Para los cusqueños los sitios inca son sagrados. Esto lo suelen decir explícitamente muchísimos cusqueños, lo que es profundamente cierto en un sentido amplio de lo sagrado. Tal como Maurice Godelier sostiene, las únicas cosas que no están sujetas al intercambio, aquellas de las que un grupo no puede desprenderse, son las que definen la identidad colectiva. Justamente en esto consiste su sacralidad. En la mayoría de culturas de pequeña escala se trata efectivamente de objetos sagrados en un sentido estrecho de lo sagrado y lo religioso.[1] Sin embargo en un sentido más amplio también se tienen objetos y lugares sagrados en las sociedades capitalistas. Por ejemplo, los íconos nacionales están profundamente ligados a identidades colectivas. Nadie podría negar por ejemplo que el Arco del Triunfo en París, con sus interminables listas de batallas ganadas y donde como en muchos otros templos se cuida un fuego inextinguible, es un lugar sagrado del nacionalismo francés. Lo mismo se puede decir del Museo Británico que muestra a sus visitantes la celebración de una diáspora imperial esencial en la emergencia de Gran Bretaña --y el Reino Unido-- como potencia mundial.

Los monumentos incas son la prueba fehaciente de lo que los incas fueron capaces de hacer y ocupan un lugar fundamental en la constitución del cusqueñismo contemporáneo. Los incas además de ser considerados ancestros por los cusqueños contemporáneos, son héroes civilizatorios, imaginados como forjadores de una sociedad utópica en contraposición a la poco utópica realidad que se vive en el presente. Este regionalismo es, como toda ideología, una construcción social. La gran mayoría de cusqueños contemporáneos, más allá de sus diferencias de clase y de cultura, y ciertamente con matices distintos, consideran los sitios incas como sagrados. Esto es un hecho social, y en tal sentido es real pues ningún individuo por si mismo puede cambiar eso por más que le moleste o le parezca ‘huachafo’.

Quizás habría que recalcar que esta relación entre los cusqueños y los monumentos incas es diferente a como se dan estas relaciones en otras regiones del país. Si bien hay lugares en el sur andino en que este tipo de relación es algo similar (como por ejemplo en Ayacucho con los Wari, o en Andahuaylas con los Chanka) no se da en la intensidad en que se expresa en Cusco, debido en parte a que los incas fueron el imperio más poderoso y extenso, lo que esta inscrito en la monumentalidad de su arquitectura que rebasa en ámbito cusqueño (e.g. Viscashuaman, Huánuco Viejo), además de ser el más reciente entre los estados prehispánicos. Esta particular forma de construcción de identidad regional ciertamente es muy diferente a lo que pasa en Lima. Quienes acuden a la huaca Pucllana lo hacen porque hay un espectáculo de danza moderna o porque quieren comer en el restaurante (...y pueden pagar estos antojos). La huaca Pucllana no es pues sagrada para aquellos pocos que ‘la visitan’. Menos aun visitan Puruchuco que ha quedado bastante arrinconado por construcciones, entre ellas el Estadio Munumental de la U, de lejos un santuario mas importante para muchísimos limeños. Estas diferencias ideológicas hacen que, con facilidad, los limeños tiendan a percibir chovinismo en los cusqueños.

Es cierto que esta ideología, como cualquier otra, tiene sus bemoles y ha sido construida, en parte, en oposición a Lima o lo que es y ha sido Lima en el imaginario cusqueño. Esto tiene una larga historia que se puede rastrear a principios del s. XVIII, es clara en los primeros años de la república, en el desmantelamiento de la Confederación Perú Boliviana o en el indigenismo cusqueño de la primera mitad del s. XX. Cierto es también, como esta ocasión demuestra claramente, que desde Lima se ha hecho mucho más de lo suficiente para alimentar y reconfirmar una visión esencialmente negativa de Lima en el Cusco.[3]

Pero estos lugares no solo son sagrados, sino que son los que en gran medida han permitido el desarrollo del turismo hasta constituirse en la principal actividad económica de la región. Los cusqueños en general tienen simpatía por los turistas que vienen a admirar los sitios inca, el paisaje, la arquitectura y arte colonial. El hecho mismo que gente de tan diferentes partes del mundo considere que los monumentos incas y los demás atractivos de la región son dignos de costearse un largo viaje no hace sino reafirmar la sacralidad de estos monumentos y el orgullo regional cusqueño.

Sin embargo en la última década, el crecimiento del turismo, la llegada de grandes inversiones extranjeras ha hecho patente algunas contradicciones que ya venían emergiendo desde los ochenta. La doble cualidad de los sitios inca, como lugares sagrados y como atractivos turísticos, hace que los cusqueños sean particularmente sensibles al turismo de varias maneras.

Una primera es que al incrementarse restaurantes, hoteles, y servicios para turistas de élite, al mismo tiempo ha crecido una sensación de exclusión. Esto es evidente en el centro de la ciudad en el que, con contadas excepciones, han desaparecido los lugares a los que los cusqueños acuden a comer, tomar un café o una cerveza. Por un lado tiene que ver con una cuestión de precios pero, por otro, es porque los cusqueños (y los peruanos en general) tienden a ser tratados como clientes de segunda. Existen no pocos restaurantes en los que es no se encuentran cartas en castellano. Los mejores lugares a los que acuden los cusqueños de clase media a comer una pizza, por ejemplo, hace ya buenos años que no se encuentran en el centro de la ciudad. Obviamente esto es algo que tiene que ver con clases medias urbanas para cuyos padres el centro de la ciudad era suyo.

Un segundo problema, mas amplio y que cruza las clases sociales y diferencias culturales, es que existe la percepción que los beneficios del turismo, que es posible por la existencia de estos lugares sagrados, beneficia mucho a pocos y muy poco o nada a la mayoría. A veces expresada en términos maniqueos (el turismo no beneficia a los cusqueños) o en forma más matizada, es una percepción generalizada en la mayoría y tiene pues algo de cierto. De acuerdo a los datos de la Dirección Regional de Turismo:

En el 2007, solo la actividad turística representó para el Cusco 420 millones de dólares […] La mitad de esos recursos (210 millones) se queda en poder de 20 grandes empresas turísticas que no reinvierten en la región en esa misma proporción. El otro 50% se reparte entre las microempresas de taxistas, las agencias de viajes, los artesanos, los guías y otros servicios menores vinculados al turismo.

De los 210 millones –dice Jean Paul Benavente, director regional de Turismo– la empresa Perú Rail (la operadora monopólica de la línea férrea Cusco-Machu Picchu) se queda con el 20%, los hoteles de 4 y 5 estrellas con el 15% y las instituciones públicas como el INC y las municipalidades con el 7.5% (por los ingresos a los monumentos arqueológicos que se reinvierten en su conservación).[4]

Por otro lado la población de la región del Cusco es muy pobre (“El 51% de su población vive en situación de extrema pobreza, hay 23% de analfabetismo, 45% de los niños sufre de desnutrición crónica y el 30% de la población carece de servicios de electricidad, agua y desagüe.[5]). Las provincias más pobres de Cusco se encuentran con índices de desarrollo humano similares a países pobrísimos (estas ocuparían el puesto 153 y 154 en el ranking mundial del desarrollo humano que va de 1 a 177). .

No solo el Cusco es una región pobre (se encuentra en el puesto 20 de 24 en el ranking entre regiones del país de acuerdo al índice de desarrollo humano), sino que es – luego de Lima – la región que presenta mayores desigualdades entre sus habitantes de acuerdo a este mismo índice desarrollado por el PNUD.

Distrito con más alto y más bajo
Índice de Desarrollo Humano (IDH) por región.
Informe de Desarrollo Humano 2006.


Región

Ranking (1-24)

Distrito con
más alto IDH

Distrito con
más bajo IDH


Diferencia

Lima

1

0.8085
San Isidro

0.5034
Andajes

0.3051

Tacna

2

0.6879
Tacna

0.5864
Estique


0.1015

Ica

3

0.6716
Ica

0.5757
San Pedro de Huacarpana

0.0959

Cusco

20

0.6252
Wanchaq

0.4309
Ccarhuayo

0.1943


Apurímac


23

0.5893
Abancay

0.4462
Progreso

0.1431

Huancavelica

24

0.5474
Huancavelica

0.4013
Huayllay Grande


0.1461

Fuente: Elaboración del autor a partir de PNUD-Perú. 2006. Hacia una descentralización con ciudadanía. Informe sobre Desarrollo Humano Perú 2006. Lima.

Si se combinan estos elementos tenemos que el notorio crecimiento de la inversión extranjera en el turismo local en la última década ha sido percibido cada vez más por la mayoría de cusqueños como un doble proceso que involucra a los lugares que definen y que está en el corazón de su ser cusqueño: Por un lado estos lugares son percibidos como cada vez más controlado por extraños. Por otro, la riqueza que es generada gracias a estos lugares sagrados termina beneficiando a un pequeño grupo y a grandes compañías foráneas mientras las mayorías empobrecidas son dejadas de lado.

No sorprende pues que una norma que promueva la adjudicación de áreas aledañas o contiguas a estos sitios incas a empresas capaces de construir negocios orientados a turistas de élite (hoteles de mínimo 4 estrellas y restaurantes de mínimo 4 tenedores) provoque la indignada oposición de la gran mayoría de cusqueños. Esta norma no solo es percibida como más de lo mismo, sino que es vista como sancionando la enajenación de los lugares sagrados y su profanación a manos de capitales extranjeros.

Llegado a este punto, tanto los representantes del gobierno como un buen grupo de medios de comunicación de la capital me dirían airadamente: ‘Pero la ley ya ha sido modificada, y depende de la autoridad regional que la norma se aplique o no en cada región, No tiene sentido que los cusqueños hicieran un paro de 48 horas y ahora amenacen con uno de 72’. Y luego formular alguna versión de la teoría de la compulsiva irracionalidad cusqueña.

Para explicar la persistencia de las protestas hay que articular varios elementos:

Respecto a la norma en concreto habría que decir que ha sido percibida como una imposición vertical desde la capital. No se hizo ningún esfuerzo por explorar cuales podrían ser las reacciones ni en consultar a las autoridades regionales. Como dijo Yehude Simon, presidente de Lambayeque, si el Gobierno y el Congreso hubieran dialogado con las regiones antes de tomar decisiones se habrían evitado por lo menos tres de los conflictos recientes (el que nos ocupa, el del tercio superior, y el paro agrario) (Somos 1107). El gobierno y el congreso, así como mucho de la prensa capitalina, demuestran un desconocimiento supino de las particularidades culturales de las distintas regiones del país, de modo que como mínimo deberían consultar para que las cosas no les estallen en la cara.

Metida la pata, la modificación de las normas no pasó por el dialogo sino que fue realizada unilateralmente por el Congreso. La modificatoria no guardó las formas mínimas de un acercamiento y diálogo. Aquí también hay que decir que el presidente regional no acepto un llamado de Jorge del Castillo a dialogar sobre el problema. Ademas, se me dirá que de acuerdo a la Constitución tomar estas decisiones y emitir leyes son atribuciones Ejecutivo y del Congreso. Pues bien, si es que eso trae como consecuencia estos problemas (ojo que este no es un problema aislado sino que los problemas con las regiones son múltiples) es obvio que hay que cambiar la forma en que estas políticas y decisiones son tomadas de modo que se incluya en este proceso a las autoridades regionales. Aferrarse a como están establecidas las reglas no va a solucionar las protestas. Lo que tiene que cambiar es la normatividad para ajustarse a lo que exige la sociedad. Esto es más urgente cuando hay un proceso de transferencia de funciones a los gobiernos regionales que es sumamente reciente y que fue iniciado de una manera improvisada por decir lo menos.

Realizada la modificación de esta forma, en el Cusco se percibió que esta era una manipulación centralista para aparentar que las cosas estaban bien. Los ánimos ya estaban demasiado caldeados para que los cusqueños se convencieran que esta modificación efectivamente solucionaba el problema. Aquí es clave el asunto de la desconfianza en todo el aparato del estado, incluidas las autoridades regionales y locales. Esta desconfianza no se explica por el resultado de una educación que cultiva el resentimiento, como Gustavo Rodríguez sugiere. Los cusqueños solo tenían que ver la televisión y leer los diarios que llegaban de la capital la forma en que se describía y comentaba su protesta para desconfiar de las autoridades nacionales y de los mismos medios. Como las falsas promesas, los cambios de planes de gobierno, el ninguneo a los campesinos y las mecidas a los sectores populares son pan del día en el país, es obvio que sería irracional confiar en las autoridades y en el estado. Los cusqueños y los peruanos en general no tenemos motivos racionales para confiar en el Congreso, en el Ejecutivo ni en el Poder Judicial, y tampoco en los medios de comunicación. Esto es sumamente evidente en muchas encuestas de opinión. El gobierno no está haciendo más que fomentar y reafirmar esta desconfianza.

Esta desconfianza también se expresa y es parte de la fuerte fragmentación de la representación política y carencia de liderazgos. Este tampoco es un fenómeno cusqueño sino peruano (para no ir más lejos). Gracias a esta crisis es que el señor García se encuentra donde se encuentra luego de su desastroso primer gobierno. Ya antes de las protestas tanto el presidente regional como la alcaldesa provincial tenían muy poca aprobación. Para el ciudadano de a pie y para los medios de comunicación locales tanto la alcaldesa como el presidente regional ‘no hacen nada’, ‘no hay obras’. Es falso que estas autoridades hayan instigado las protestas para salvarse de la revocatoria. Contrariamente a lo que se dice en medios capitalinos, estos se subieron al carro de las protestas una vez que ya era evidente su contundencia. Si del primer paro ya habían salido magullados, su inicial falta de apoyo al paro de 48 horas no hizo sino agravar su situación de desprestigio. Pero el disgusto de la ciudadanía no solamente estaba dirigido a las autoridades regionales y locales. Ya había un fuerte descontento con el gobierno central. Hay que recordar que el señor García no ganó las elecciones en el Cusco ni en el Sur Andino. Si a eso añadimos que no ha cumplido con sus promesas de la campaña electoral (revisión del TLC, impuesto a las sobreganancias mineras, rebaja de las tarifas de los servicios básicos, y en general, ‘cambio responsable’) tenemos que este rechazo se torno en un malestar más profundo. Con el aumento de precios de los artículos de primera necesidad que se viene dando esto solo recrudeció más.

Este malestar con las políticas del gobierno central no era simplemente un malestar construido en las conversaciones familiares o de amigos. Lentamente en los últimos años se han ido reconstituyendo las organizaciones populares que fueron desarticuladas durante la época de la violencia y la dictadura fujimorista. Otras nuevas además han venido emergiendo. El tejido de organizaciones populares en el Cusco ha ido fortaleciéndose. Se trata de gremios antiguos como la Federación Agraria Revolucionaria Túpac Amaru del Cusco, la Federación Departamental de Trabajadores del Cusco, el Sindicato de Construcción Civil y Artes Decorativas, Mercados Unidos o la Federación Universitaria Cusco. También han emergido múltiples pequeñas organizaciones de base como asociaciones barriales, redes juveniles, grupos de artistas contraculturales, emergentes formas de movimientos indígenas, activistas feministas, grupos ecologistas de distintos matices, una vital movida punk, entre otros. Existen asimismo esfuerzos de articular estas heterogéneas organizaciones reflejadas en la emergencia del Foro Solidario Cusco cuyas primeras reuniones coincidieron con el paro regional de 48 horas.

En el paro de 48 horas, en las calles, no se protestó solamente por las leyes en cuestión sino que se criticaba abiertamente la política económica y el inclumplimiento de las promesas electorales del gobierno, se expresaba el profundo malestar por los insultos y la arrogancia gubernamental y de ciertos medios capitalinos, se criticaba abiertamente a la jerarquía eclesiástica y el manejo de los bienes monumentales manejados por esta, circulaban panfletos reclamando unos una Asamblea Constituyente, otros que el Perú adopte un sistema federal, y los más radicales proponiendo la independencia del Cusco (argumentando que con el turismo, el gas y las minas presentes en la región bastaba y sobraba riqueza para construir una sociedad mejor sin la tutela limeña).

Con este panorama, es muy probable que la plataforma de reclamos para el anunciado paro de 72 horas sea ampliado más allá de la derogatoria de las leyes 29164, 29167 y 29202. Asimismo los dirigentes de las protestas cusqueñas están haciendo esfuerzos para coordinar una plataforma de paro macroregional que incluya al menos Arequipa. Apurímac y Puno. La gente está muy molesta en el Cusco. Tal como está actuando el gobierno, dado el debacle de la aprobación del presidente regional y la alcaldesa provincial y con la heterogeneidad de las organizaciones involucradas en la organización de las paralizaciones dudo mucho que pronto el malestar cusqueño se apacigüe.



[1] Godelier, M. 1998. El enigma del don. Barcelona: Paidós.


[3] Ver, por ejemplo, Méndez, C. 1995. Incas sí, indios no : apuntes para el estudio del nacionalismo criollo en el Perú, 2. edition. Lima: IEP; Walker, C. 1999. Smoldering ashes : Cuzco and the creation of Republican Peru, 1780-1840. Durham: Duke University Press; De la Cadena, M. 2000. Indigenous Mestizos : the politics of race and culture in Cuzco, Peru, 1919-1991. Durham, NC: Duke University Press; Fisher, J. 2000. El Perú Borbónico. 1750 - 1824. Lima: IEP; Tamayo Herrera, J. 1980. Historia del indigenismo cuzqueäno, siglos xvi-xx. Lima: Instituto Nacional de Cultura.

[4] Huilca, Flor. Detrás de la Postal. Domingo. Suplemento del diario La República. 24 de febrero de 2008.

[5] Huilca, Flor. Detrás de la Postal. Domingo. Suplemento del diario La República. 24 de febrero de 2008.

lunes, 3 de marzo de 2008

Las protestas del Cusco y las explicaciones economicistas.

Luego que muchos comentaristas lanzaran improperios contra los cusqueños y sus protestas, algunos pocos empezaron a preguntarse si es que había alguna explicación racional al respecto. Ya es un avance, ¿no?

Para Fritz Du Bois la razón de las protestas es la mediocridad de los empresarios cusqueños. Se hacen porque estas “aparte de ahuyentar a turistas, también correrán a los nuevos inversionistas, cual podría ser el objetivo real de los que están detrás de la protesta, ya que los protege de la competencia.”

En vena similar, pero sin aires despectivos, Rosa Maria Palacios desarrolla estas ideas. Sostiene que las protestas solamente se dan en Cusco porque es la única región donde el patrimonio cultural constituye una fuente de ingresos económicos. Sucedería que esta…

… ley reserva para la gran inversión privada (hoteles de cinco estrellas y restaurantes de cuatro tenedores) y, probablemente, extranjera (por los capitales de los que debe disponer) zonas contiguas a monumentos que hoy se encuentran invadidas de pequeños comerciantes que venden artesanías, así como de hoteles de bajo presupuesto. Estos (que son miles) van a tener que competir con la gran inversión o, peor aún, corren el riesgo de ser desalojados en el ánimo de formalizar estas zonas, sujetos al futuro arbitrio (léase coima) del INC o del gobierno regional.

Si bien la ley es buena y las medidas violentas tomadas por los cusqueños incorrectas, y en algunos casos delincuenciales, el temor es racional. Nadie quiere quedar fuera del mercado. El bolsillo primero, aunque para afuera estos opositores se presenten como "los defensores del patrimonio". Del patrimonio personal, deberían decir los cusqueños para ser sinceros.

Hay que hacer notar que aquí nuevamente se habla de protestas violentas, lo cual es en gran medida falso tal como lo expliqué extensamente. Más allá de esto, la explicación de Palacios peca de reduccionismo económico y simplemente está equivocada.

Contrariamente a lo que ella piensa, no hay tantos pequeños hospedajes alrededor de sitios arqueológicos. En sus entrevistas con Carlos Bruce y Hugo Gonzales Sayán , pone a Ollantaytambo como ejemplo de esto. Pero allí, los pequeños hospedajes y restaurantes funcionan en propiedades privadas, y los señores que venden artesanías en la plaza antes de ingresar al sitio arqueológico no pasan de cien. Si es que se concesiona algo en Ollantaytambo tendría que hacerse dentro del sitio arqueológico, esto es, literalmente al lado de los impresionantes andenes del monumento y con toda seguridad destruyendo evidencia arqueológica lo cual obviamente seria una atrocidad.

La inmensa mayoría de pequeños hospedajes en la región no se encuentran al costado de sitios monumentales. Además, sus clientes no son ni remotamente aquellos que van a hoteles de cinco estrellas. Los hoteles de cinco estrellas y restaurantes de cuatro tenedores no son competencia de los pequeños hoteles ni restaurantes.

Las familias que viven de pequeños hoteles y restaurantes no son tan numerosas ni tienen tantas influencias como para orquestar las masivas protestas que se han venido dando en Cusco. Es más, justamente eran estas familias las que estaban más preocupadas con las paralizaciones pues dependen de sus ventas diarias para sobrevivir.

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Recomiendo leer el articulo de Guillermo Arbe en El Comercio para tener otra visión mas sobre las protestas.


La construcción del Cusco como escenario de ‘irracionales’ y ‘violentas protestas’

... o cómo contribuir entusiastamente a escindir aun más el país.

Irracionales, ignorantes, resentidos, chovinistas, terroristas son algunos de los adjetivos con los que cierta prensa capitalina, con algunas honrosas excepciones, y los representantes del gobierno nacional se han referido a los cusqueños que persisten en protestar y pedir la derogatoria de las leyes 29164, 29167 y su modificatoria 29202.[1]

El conflicto se ha dado sobre todo en relación a la ley 29164 que permite dar en concesión áreas de inmuebles de propiedad pública que son patrimonio cultural de la nación para la construcción de hoteles de 4 y 5 estrellas y restaurantes de 4 y 5 tenedores. Esta concesión supondría una previa autorización del INC que tendría a su cargo establecer las “condiciones específicas de ubicación, delimitación, capacidad de carga, tipo y condiciones del servicio turístico, y otras condiciones técnicas y exigencias que permitan la efectiva y adecuada conservación y protección del patrimonio cultural”. Los fondos obtenidos serían destinados a la “recuperación, restauración, conservación, puesta en valor y desarrollo sostenible de los bienes inmuebles integrantes del patrimonio cultural de la Nación”

La oposición de los cusqueños a esta norma fue rápida y generalizada. Salvo un pequeño sector de los empresarios y cierto sector de trabajadores formales de empresas turísticas, los cusqueños no estaban de acuerdo con la medida. La primera protesta fue la de los estudiantes de la Universidad Nacional San Antonio Abad que se llevó a cabo en la segunda semana de enero y que fue reprimida con inusual violencia por la policía (tanto así que el rector de la universidad anunció que iba denunciar penalmente al responsable policial).

El 23 de enero se realizó una masiva marcha de protesta en la que participó una sorprendente cantidad de organizaciones y la ciudadanía cusqueña en general. Esta fue realizada de forma absolutamente pacifica y fue celebrada y calificada como una fiesta cívica por el periodismo cusqueño. “La marcha cívica, realizada ayer en Cusco fue masiva y contundente, fue verdadera fiesta democrática. Creemos que solo una o dos veces se realizó una manifestación igual en nuestra ciudad. Resultó una protesta ejemplar, donde el Gobierno Regional, las municipalidades provinciales y distritales participaron activamente de manera ejemplar rechazando las leyes 29164 y 29167 por atentatorias a nuestro patrimonio. Fue tanta la concurrencia que parecíamos estar en el desfile cívico por las fiestas del Cusco.”[2] El Congreso entonces derogó la 29164 en primera votación, sin embargo no tomó acción alguna respecto a la 29167. Entonces se llevó a cabo un paro regional de 24 horas el 7 de febrero que también fue totalmente pacífico y acatado masivamente.[3] “Las calles vacías, comercios cerrados y apenas unos cuantos vehículos recorriendo la ciudad evidenciaron la contundencia del paro regional de ayer que luego congregó a mas de cien mil personas que marchaban por la Plaza de Armas… Fueron tres horas de interminable movilización de sindicatos de trabajadores, organizaciones juveniles, asentamientos humanos, pueblos jóvenes, asociaciones de comerciantes de mercados y otros que con una sola voz marchaban exigiendo la derogatoria inmediata de las leyes privatistas del patrimonio cultural”.[4]

Para entonces el conflicto ya figuraba claramente en los medios nacionales, muchos de los cuales minimizaban las protestas, las adscribían a minorías radicales y empezaban a derramar adjetivos. El Comercio, por ejemplo, sostuvo en su editorial: “Esperamos que el Congreso no se deje doblegar por la prepotencia de algunos sectores cusqueños… Esta norma, de modo absurdo, es ahora rechazada por grupos obtusos y radicales, los mismos que antes se opusieron a la inversión en Camisea… Fuera de cualquier motivación chauvinista o politiquera, no se puede perder de vista que el objetivo es la revalorización cultural de innumerables inmuebles y espacios históricos”[5]

El 13 de febrero el Congreso dio marcha atrás en la derogatoria pero introdujo modificaciones a las leyes 29164 y 29167 que figuran en la ley 29202. Estas permitirían que la decisión de aplicar o no estas leyes en cada región dependiera de cada gobierno regional. El Congreso, el ejecutivo y los medios de comunicación de la capital consideraron que ya se había resuelto el problema.

Sin embargo esto no cambió el ánimo de la mayoría de cusqueños. Los medios de comunicación, los líderes sindicales y la gran mayoría de la población no vieron con buenos ojos la modificación. Se convocó inicialmente a un paro indefinido que no cuajó. Parecía que no había consenso en los líderes de sindicatos y organizaciones de la sociedad civil respecto a qué se debía hacer ante la modificatoria de las leyes. Tanto el Gobierno Regional como la Municipalidad Provincial se pronunciaron sosteniendo que el paro ya no tenía razón de ser. Sin embargo, la Asamblea Regional, liderada por el Secretario General de la Federación Departamental de Trabajadores del Cusco, convocó a un paro de 48 horas para los días 21y 22 de febrero exigiendo la derogatoria de las normas en cuestión.

Me incluyo entre los que pensaban que en estos dos días la paralización no sería tan contundente como en el paro anterior. Pero no sucedió así. Ambos días fueron paros contundentes. Uno de los elementos que contribuyó a esto, fueron las infortunadas y reiteradas declaraciones de representantes del gobierno. El 15 de febrero el presidente de la ‘Comisión Extraordinaria de Alto Nivel encargada de la organización de la Cumbre del APEC’, y vicepresidente Giampietri, sostuvo que se estaba evaluando que el Cusco ya no sea sede de APEC debido a las supuestamente violentas protestas: "Los problemas están a la vista. Imagínense que tomen el aeropuerto. Imagínese que a vísperas de una cumbre sucedan hechos de violencia. Nos desgraciamos para siempre".[6] Esto fue reafirmado por el primer ministro y por la ministra de Comercio Exterior y Turismo. Esta sostuvo que "si no hay garantías, yo no puedo llevar a los ministros de Turismo de la APEC a esa ciudad".[7] De esta forma las protestas cusqueñas empezaron a ser calificadas desde Lima como violentas. Por ejemplo, Alfredo Bullard escribía el 18 de febrero:

Es alucinante la barbaridad que se puede hacer en nombre de la cultura. Bloquear vías y aeropuertos, destruir propiedad privada y pública, paralizar Cusco y hasta amenazar con invadir el mismísimo Machu Picchu para evitar que haya inversión privada en bienes del patrimonio cultural. Incultos defendiendo la cultura.[8]

Quizás una combinación aun más ilustrativa entre la acusación de violentismo, ignorancia e irracionalidad es la alucinante caricatura de Alfredo Marcos publicada el 18 de febrero en el diario La República. :

Alfredo. La República, 18 de febrero de 2008.

Cito extensamente a Gustavo Faverón en su comentario de esta joya:

Los indios y el avión, entonces, son los cusqueños y el gobierno central; los regionalistas y el Estado; los primitivistas y el desarrollo; los indígenas y el Perú moderno; el pasado y el futuro; etc. También, lamentablemente, son la imagen de la turba estúpida que cree que es posible derribar un avión tirando lanzas y flechas. La idea es clara: solo los indios ignorantes son capaces de oponerse al inexorable plan de García.

No se trata, entonces, solamente de una señal de desprecio: también es una representación de la inevitabilidad del poder y de los motivos por los cuales es enteramente natural que Lima gobierne a las provincias: porque, para Alfredo, para Alan, las provincias son incapaces de gobernarse a sí mismas.

Uno quisiera decir que ese menosprecio patente por los peruanos del interior es sólo cosa del alanismo. Pero no. Ojo. La idea de que si los cusqueños creen tener una respuesta mejor que la del gobierno central en el tema de la promoción turística, entonces los cusqueños son "cojudos", tiene exactamente el mismo transfondo de aquella otra noción genial, la de Jaime Bayly y Pedro Pablo Kuczynski cuando señalaban que ciertas opciones políticas defendidas en los Andes eran producto de la falta de oxigenación del cerebro de los serranos […] Lima (lo peor de Lima) piensa que su poder sobre las provincias se justifica en la tendencia al atraso y la estupidez de "los indios". Exactamente igual que hace doscientos años. Exactamente igual que hace quinientos años. Y curiosamente, cuando eso pasa, son los autoproclamados "neoliberales" los que defienden el centralismo, la mano dura, la imposición de las ideas de la capital, la implementación de legislaciones unitarias, etc.[9]

La criminalización de la protesta cusqueña fue posible, en parte, vinculándola a los lamentables hechos de violencia que ocurrieron en esos mismos días (del 17 al 19) en el marco del Paro Nacional Agrario. En el murieron cuatro personas y todo parece indicar que al menos dos de ellos fueron resultado de disparos realizados por la policía.[10]

Carlín sobre la forma en que la policía reprimió las protestas delParo Nacional Agrario provocando la muerte de 4 manifestantes. La República, 21 de febrero de 2008.

El gobierno se negó sistemáticamente a reconocer lo masivo de las protestas en el Cusco, al igual que minimizó la contundencia del Paro Nacional Agrario. En vísperas del paro de 48 horas el primer ministro sostuvo que “afortunadamente el pueblo del Cusco se ha dado cuenta que no pueden seguir a irresponsables que llaman a tomar el aeropuerto y a tomar la línea férrea. Ellos saben que eso es como cortarse la yugular, entonces obviamente pues los han aislado. Se han separado de ellos en buena hora. Pero fíjese como es absurdo que elementos comunistas, comunistas -- no son radicales, es darles el beneficio a ellos, son comunistas, extremistas, ultras -- que lo único que quieren es crear el caos y la violencia en el país”.[11] Algo similar aseguró la ministra de Comercio Exterior y Turismo.[12] Por su lado el presidente García, al tiempo que había felicitado a la policía por su actuación que resultó en muertes de campesinos, se despachó asegurando que las protestas estaban reducidas a “unos extremistas [que] llaman la atención por la vía de la destrucción y la violencia queriendo paralizar la ciudad"[13]. "Tenemos información que mucha gente que todavía responde a filiaciones terroristas, no solo senderistas y que se ha visto frustrada por la interrupción de sus designios y deseos de los últimos años, ahora esta impulsando, incitando y moviendo" [14].

Sin haber existido alguna ‘violenta protesta’ en el Cusco, estas ya habían sido inventadas y criticadas no solo por el gobierno sino también por no pocos medios de comunicación limeños.
Esto encendió aun más la indignación de la gran mayoría de cusqueños. Las declaraciones de representantes del gobierno eran insultantes de cualquier forma que se las leyera: los cusqueños no eran capaces de tener iniciativa propia para protestar, eran ignorantes manipulables por un pequeño sector de líderes radicales, y eran calificados de terroristas por protestar pacíficamente. El 21 de febrero la ciudad amaneció tomada por una cantidad impresionante de policías antimotines. Al destacamento local se sumaron contingentes de Arequipa y Lima. Sin embargo la protesta en el centro de la ciudad siguió siendo pacifica aunque se expresaba claramente la indignación frente a las palabras de representantes del gobierno en frases como “No somos terroristas, somos cusqueñistas”, “Alan terrorista, el Cusco te repudia”, entre muchas otras que coreaban diferentes organizaciones.

Masiva y pacifica participación de instituciones, gremios y asociaciones en el paro de 48 horas. Aquí el temible gremio de Construcción Civil con policías acompañándolos. Foto del autor.



La Federación Departamental de Campesinos del Cusco marcho con un crespon negro en luto por la muerte de 4 campesinos en las protestas del Paro Nacional Agrario. 22 de febrero. Foto del autor.

“No somos terroristas, ni unos cuantos… Queremos la inversión respetando el patrimonio y nuestra dignidad… Escuchen limeños ignorantes”. Radicales extremistas en las protestas del Cusco. 22 de febrero de 2008. Foto del autor.

22 de febrero de 2008. Foto del autor.

Pero, quizás para satisfacción de ciertos sectores del gobierno, se produjeron hechos aislados de violencia: el intento de un grupo de estudiantes universitarios de derribar un muro del aeropuerto quienes fueron rápidamente dispersados por la policía, el quiebre de vidrios de las oficinas de dos compañías aéreas, los bloqueos de carreteras y de la vía del ferrocarril Cusco – Machu Picchu.

Subrayo que estos hechos han sido malintencionadamente magnificados. De la terribilísima violencia ocurrida en el aeropuerto resultó detenida una horda de 6 estudiantes universitarios los cuales fueron liberados horas después. Tal como el representante de la Federación Universitaria Cusco sostuvo, dada la extensión de los muros del aeropuerto, si su organización se hubiera propuesto tomar el aeropuerto lo habría hecho con suma facilidad. Los vidrios destrozados de las oficinas de LAN y Star Peru son hechos condenables ciertamente, pero no por eso dejan de ser aislados.[15] Respecto a los bloqueos de la vía del tren y las carreteras se ha insistido que se trata de actos delictivos, lo que estrictamente es cierto. Pero también habría que preguntarse, ¿qué otras formas tienen las poblaciones rurales que son sistemáticamente ignoradas por los gobiernos de hacer notar su protesta? Un paro sin bloqueos de carreteras en el Perú es como un jardín sin flores. Estos bloqueos se han hecho, se hacen y se harán en los paros pues es una manera efectiva de hacer sentir una protesta que de otro modo sería simplemente ignorada. El bloqueo de las vías férreas era aun más predecible dada la antipatía que ha generado en el Cusco la empresa PeruRail que tiene el monopolio del tren Cusco - Machu Picchu.[16] Estos bloqueos, si bien son acciones que afectan derechos de terceros, no desataron la violencia que se produjo solo dos días antes en el Paro Nacional Agrario.

El 22 la paralización fue total y mucha más gente salió a protestar. El ambiente sin embargo fue pacifico. Quienes protestaron en Sacsayhuaman en ningún momento impidieron o atacaron a quienes visitaban el complejo inca. A diferencia de lo que dice el gobierno y del eco que de esto hacen algunos medios de comunicación capitalinos, las protestas en el Cusco han sido notablemente masivas, con participación y apoyo de la mayoría de los cusqueños, y salvo algunos actos aislados, estas protestas han sido también notablemente pacificas.

Todas estas protestas en el Cusco no son ni remotamente comparables con lo que sucedió, por ejemplo, en Arequipa el 2002 donde las protestas dejaron dos muertos, cientos de heridos y detenidos, más de cien millones de soles en pérdidas en infraestructura y un presidente que tuvo que dar marcha atrás en la privatización de empresas eléctricas y pedir perdón al pueblo arequipeño. Los motivos de las protestas y los adjetivos lanzados desde Lima tienen una sorprendente similitud con lo que ahora ocurre en Cusco: un presidente que incumple sus promesas electorales, masivas protestas contra medidas que promueven privatizaciones o concesiones de bienes públicos, imposición de estas medidas desde la capital y descalificación de quienes cuestionan estas. Incapacidad de muchos actores desde Lima de ‘entender’ las protestas, y la proliferación de adjetivos como irracionales, politiqueros, trasnochados, extremistas. Lo que se dice de las protestas cusqueñas guarda un aire de familia con la publicidad del gobierno que promocionaba la privatización de las empresas eléctricas arequipeñas el 2002:

En el spot se aprecia a un hombre de edad madura que se niega a conocer los beneficios de la privatización y se tapa los ojos y los oídos, mientras le ruega a su hijo que no siga hablando del inoportuno tema. La madre se encarga de zanjar el tema diciéndole al hijo: "no insistas, a tu papá ya le cayó la nevada"
Para el alcalde de Arequipa, Juan Manuel Guillen el comercial ha dañado la susceptibilidad de todo el pueblo arequipeño. "la población arequipeña es una población muy rebelde es cierto, pero muy racional también. De manera que hacer ver que nuestra nevada es mas bien una situación de irracionalidad, de sordera, es en contra de nuestro comportamiento"[17]

Luego del paro de 48 horas el gobierno guardó silencio por unos días. Ya construida la imagen de extrema violencia irracional de la que habían sido capaz un grupúsculo de extremistas terroristas que habían manipulado a gran parte de la población cusqueña, fue relativamente fácil mostrar como legítima la cancelación de Cusco como subsede de las reuniones de APEC. Sostengo que esta decisión obedece primordialmente al propósito político de desautorizar y criminalizar las protestas. no solo en el Cusco, sino también aquellas que se vienen suscitando en muchas regiones del país. Un primer paso en esto fue gastar fondos públicos en un comercial en el que una alemana mortificada decía que iba a recomendar que nunca nadie venga a visitar el país, multiplicando así una imagen que supuestamente el gobierno esta interesado en neutralizar. Con la decision de eliminar al Cusco como subsede de la APEC el gobierno esta logrando danar la imagen del Cusco y del pais como destino turístico muchísimo mas que lo que pudieron haber hecho las protestas. Más allá de esto, el lenguaje que utilizó el representante del gobierno, el ministro de defensa Antero Flores Aráoz, para comunicar esta decisión es muy ilustrativa de la actitud que hay en ciertos sectores de la capital respecto a quienes pensamos distinto que ellos en otras regiones del país:

Los violentistas no quieren que los miembros de APEC vayan a Cusco. El resto de cusqueños han estado silentes, han callado en todos los idiomas, o sea, en lugar de expresar su protesta por los hechos de violencia, se han quedado callados, con lo cual han aceptado en alguna medida esa violencia, con ese silencio que llamaríamos cómplice […] Muy bien viejito, no se va ha realizar, no quieres que sea en el Cusco, no será en el Cusco, ellos mismos lo deciden […] que se queden con su Machu Picchu.[18]

Aquí se repiten varias ideas que se han dicho en coro desde Lima y que son falsas: Las protestas han sido esencialmente violentas. Las protestas se deben a unos pocos manipuladores extremistas. El resto de los cusqueños o somos unos irresponsables borregos que siguen a una minoría violentista, o somos unos cobardes que no nos oponemos a esta pequeña minoría. Pero aquí además es claro un discurso de desprecio, de superioridad, y de exclusión del Cusco de la nación.[19] No sorprende que este mismo personaje haya tenido antes infelices expresiones respecto a los serranos que no necesitan ningún comentario: “¿Les vas a preguntar a las llamas y vicuñas sobre el TLC?”.

El gobierno central no trata a los cusqueños que han protestado como ciudadanos de un mismo país, sino como subordinados que no saben cual es su lugar, inferiores irracionales, niños con pataleta. Y esto, ojo, no se reduce a los cusqueños. El 2002 fueron los arequipeños, y hace unas semanas los campesinos que protestaban en todo el país. El gobierno central actual tiene esta misma actitud frente a los que disienten desde las regiones y se comporta irresponsablemente, desconociendo acuerdos, prometiendo y no cumpliendo, tratando de imponer arrogantemente medidas a todas luces irracionales como aquella del tercio superior y, en el caso del Cusco, provocando aun más a una población que ya está bastante irritada.[20]

La reacción, claramente predecible, a esta decisión ha sido una indignación aun mayor en la mayoría de la población cusqueña ante lo que es visto como una prueba más del esencial anticusqueñismo del gobierno y buena parte de los medios capitalinos. Ante estas nuevas expresiones ofensivas de representantes del gobierno, la reacción mayoritaria de la gente de a pie en el Cusco está bien representada por las declaraciones de un regidor de la Municipalidad Provincial: “No pasará nada si el gobierno decide excluir a Cusco de las sedes del APEC. Con APEC o sin APEC los visitantes vendrán a Cusco y todos los cusqueños los recibiremos con los brazos abiertos”.[21] Tal como están los ánimos en el Cusco, en gran medida gracias a las brillantes medidas y expresiones del gobierno, las protestas en la región están bastante lejos de haber concluido.


[1] En lo que sigue, me centrare en el caso de la ley 29164 por ser la central en el conflicto que se ha desatado. La 29167 que promueve el otorgamiento de licencias de edificación, ampliación, y remodelación de establecimientos de hospedaje con un periodo perentoria de 15 días o la aplicación del silencio administrativo. Esta ley es criticada porque facilitaría que se dañara mas aun la arquitectura monumental del Cusco con el fin de construir hospedajes y hoteles.

[2] Editorial. El Diario del Cusco. 24 de enero de 2008.

[3] Tan es así que no hubo un solo detenido en todo el paro. El único incidente fue la desfiguración de la escultura de Haya de la Torre que fue llevada a cabo la noche anterior por desconocidos.

[4] Pueblo Cusqueño defendió su patrimonio en forma masiva y cívica. El Comercio del Cusco. 8 de febrero de 2008.

[5] Editorial. Si a la inversión privada en turismo. El Comercio. Lima 8 de febrero de 2008.

[7] Cusco perdería su derecho a ser una de las sedes de APEC. Peru21, 15 de febrero de 2008.

[8] Bullard, Alfredo. Los Incultos. Peru21, 18 de febrero de 2008.

[9] Faverón, Gustavo. Los “cojudos”. Motivos para creer que el gobierno desprecia al pueblo. Puente Aéreo, 19 de febrero del 2008. puenteareo1.blogspot.com.

[10] Una de las personas muertas en Ayacucho tenía dos balazos en la cabeza, la otra tres. Los impactos fueron recibidos por la parte posterior. En opinión de distintas bancadas de la oposición en el Congreso, el informe que ha dado el ministro del Interior sobre estas muertes es poco convincente y además entra en clara contradicción con reportes policiales que se hicieron el mismo día de los sucesos. Todo indica que a pesar de la monumental ineptitud del ministro Alva y de estos cuatro muertos que pesan sobre sus hombros, seguirá entornillado a su sillón ministerial.

[11] "Cusco se ha dado cuenta que dirigentes que promueven paro son irresponsables". Entrevista a Jorge del Castillo. El Comercio 17 de febrero de 2008. Transcripción del audio en la página web.

[12] La ministra Aráoz: 'El paro de 48 horas en el Cusco le hace daño al país' El Comercio 21 de febrero de 2008.

[13] Las manifestaciones son un chantaje al país, sostuvo el presidente Alan García. El Comercio, 21 febrero 2008.

[15] Esta violencia obedece no solo a que estas empresas no estaban acatando el paro sino también a la particular animadversión que se ha desarrollado particularmente contra LAN.

[16] Este malestar con PeruRail no está presente solamente en los sectores populares sino también inclusive gremios como la Cámara de Comercio del Cusco o la Asociación de Agencias de Turismo del Cusco. Su carácter monopólico se torna evidente en hechos tan elementales como el negarse sostenidamente a aceptar tarjetas de crédito

[18] Cusco no será sede de APEC. El Diario del Cusco, 28 de febrero de 2008.

[19] Ver Bruce, Jorge. Heridas Profundas. Peru21, 2 de marzo de 2008.

[20] Ver Bruce, Jorge. Crítica de la sinrazón pura, y Pedraglio, Santiago. García no esta solo…gracias a Dios. Ambos en Peru21, 24 de febrero de 2008.

[21] Visitantes no perderán ocasión para venir a Cusco haya o no APEC. La Primera Cusco, 28 de febrero de 2008.