viernes, 20 de junio de 2008

Racismo y violación de los Derechos Humanos en Sucre, Bolivia

Tomado, algo tarde, de Gringo Tambo Blog

Como es usual en Bolivia, el sábado 24 de mayo, la ciudad de Sucre se aprestaba a conmemorar la primera sublevación contra la España Colonial. Se trata de una festividad cívica a la que se convoca al conjunto de la población. Sin embargo, lo que tendría que haber sido una fiesta que unía a los habitantes en el recuerdo de las luchas por la independencia, se convirtió en un día de furia racista. La violencia desatada en Sucre contra los indígenas y campesinos no refrescó la memoria de las batallas heroicas sino que reactualizó las horas más negras del período colonial.

Los hechos
En el marco de esta celebración del “Grito libertario” el Presidente de Bolivia Evo Morales debía venir a Sucre a entregar a las delegaciones campesinas reunidas en el estadio Patria fondos para proyectos de desarrollo y ambulancias. Desde la noche anterior, grupos de personas, estudiantes y otros, armados de petardos y dinamita, ocuparon la zona del estadio y se declararon decididos a impedir la realización del acto. Al centro de esta acción se encuentra el llamado Comite Interinstitucional que pretende dirigir los destinos de la ciudad sin representación popular ni departamental. Este comité está integrado por el Rector de la Universidad de San Francisco Javier de Chuquisaca, por autoridades de la Universidad, la Alcaldía Municipal, una agrupación cívica (Comité Civico) y la organización de empresarios privados del Departamento. Su actividad se coordina con las autoridades y empresarios opositores de Santa Cruz.

Debido al clima de violencia instaurado en la velada y en la mañana del 24 de mayo el encuentro con Evo Morales fué cancelado.

Los campesinos que llegaban desde el campo, autoridades tradicionales - como el Alcalde de Mojocoya - miembros de las comunidades, hombres, mujeres y niños eran esperados en las entradas de la ciudad. Allí se los atajó, se les hicieron encerronas apedreándolos, golpeándolos, dándoles patadas a las mujeres y a los niños en el suelo. En la periferia de Sucre y en otros barrios se producen enfrentamientos de una extrema violencia en el que los indígenas son insultados, robados, perseguidos y obligados a refugiarse en casas que son destrozadas enteramente.

Cincuenta y cinco campesinos son tomados como rehenes y obligados a desnudarse el torso, caminando, algunos amarrados, son llevados a la plaza de Sucre donde bajo la mirada de la muchedumbre impasible son humillados obligándoles a dar vuelta a la plaza. Al llegar frente al edificio donde están las autoridades (la Casa de la Libertad) son forzados a ponerse de rodillas y a pedir disculpas al pueblo de Sucre por los enfrentamientos de noviembre pasado. Son obligados a besar la tierra, a asistir a la quema de sus banderas y sus insignias, de su ropa tradicional. De manera aislada, otros grupos de jóvenes de Sucre, toman rehenes campesinos, los encierran en cuartos, los torturan, les pegan haciéndoles comer excrementos de gallina.

Hay más de cincuenta heridos, la casi totalidad de ellos son campesinos indígenas, algunos se encuentran en estado grave. A muchos de ellos se les negó asistencia en los hospitales Santa Bárbara y Universitario.

Estos hechos inaceptables, reconstituídos a partir de numeros testimonios de campesinos, de testigos oculares y de la prensa local (El Correo del Sur, 25/ 05/08), podrían ser entendidos únicamente como la consecuencia del clima de enfrentamiento político que se vive actualmente en Bolivia. Sin embargo, se enraízan en un contexto de resurgimiento de un profundo racismo anti-indígena, se encuentran enmarcados en un discurso que llama a “matar a los indios” a “impedir que entren en la ciudad”, a “tratarlos como a los animales”, posición que busca perseguir, desvalorizar y excluír las personas no solo por su posición social de extrema pobreza sino que además por su orígen étnico.

Por todas estas razones, llamamos a la opinión pública internacional a estar alerta. A impedir que el clima de tensión política desemboque en un racismo institucionalizado, con amplia aceptación pública, en las calles de Sucre.

Llamamos a las autoridades de Sucre a respetar el hecho de que los campesinos indígenas no son ciudadanos de segunda categoría, que tienen pleno derecho a expresar sus opiniones políticas en el espacio público, pleno derecho a apoyar, si lo quieren, a un presidente elegido democráticamente. El rol de las autoridades es justamente de proteger este derecho inalienable.

Rosalía Martínez, etnomusicóloga, Universidad de Paris 8, CNRS Francia.
Tristan Platt, antropólogo e historiador, Universidad de St Andrews, Escocia.
Gilles Rivière, antropólogo, Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, EHESS, Francia.

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