Gracias a un comentario de Amazilia llego a este texto de Juan Manuel Robles en Etiqueta Negra: Magaly Solier, la diva del campo.
Aquí hago un pequeño ejercicio parecido al del post anterior con los mismos objetivos. Los resaltados son míos.
…las palabras en quechua, un dulce idioma prehispánico que en las ciudades más desarrolladas del Perú ha ido desapareciendo por culpa de los apuros de un progreso que no admite atavismos.
COMENTARIO: ¿Apuros de un progreso que no admite atavismos? ¿Es un chiste? No. Por pura y llana discriminación y racismo, que legitima y naturaliza formas de explotación sobre el que se construye el “bienestar” y “progreso” de una relativamente reducida fracción de peruanos.
Eso de dulce idioma es un cliché que es una forma de decir que el quechua está bien para la poesía pero no para interacciones cotidianas como cobrar un cheque en un banco.
En el Perú, la diferencia de calidad de vida entre la sierra y la costa –donde se halla la capital– es un abismo equiparable a la distancia que hay entre sus relieves geográficos.
COMENTARIO: Costa/Sierra, riqueza/pobreza, castellano/quechua, atraso/progreso. Las mismas dicotomías fáciles y repetitivas sobre las cuales se construye nuestra imaginación del país y, si pues, se letigiman las jerarquías establecidas. ¿Cuál será la costa que este autor conoce? Hay que estar mínimamente informado para saber que en Lima y en otras ciudades de la costa hay una pobreza brutal, horripilante, indignante, escandalosa. Aquí podríamos filmar 30 versiones distintas de Quieres ser Millonario!!!
Si hay algo que todos notan la primera vez que ven a Magaly Solier, aun sin conocerla ni saber su historia, es esa atmósfera general de antiguo dolor que parece resumirse en la pequeña manchita oscura que la muchacha tiene en la parte blanca del ojo derecho. En ocasiones, la actriz lanza una mirada triste y confundida –como diciendo «¿por qué?»– y entonces el falso lunar brilla nítidamente como una redundancia que, curiosamente, no desentona ni genera melodrama. Por el contrario, esa marca en el globo es la esencia misma del carácter de la actriz: irradia dolor, pero no lástima. Parece superficial, pero tiene la profundidad de una estaca en el corazón. Deteniéndose un rato más, uno empieza a sospechar algo muy cierto. Que la mancha oscura es una herida.[…] Solier tiene mucha fuerza, una rabia acumulada capaz de mover cerros, pero no siempre sabe donde está el enemigo. Entonces discute y vocifera y quiere que la respeten y que «nadie se aproveche de mí». Pero toda la fuerza de sus músculos no puede hacerle cosquillas a un mundo que siempre ha sido injusto, por naturaleza. Su abuela frunció el ceño y vinieron a matarla. Su madre alzó la voz y tuvo que irse corriendo a vivir con miedo (las culebras de día y el recuerdo de Sendero, de noche). ¿Adónde la llevará el coraje a ella? Y entonces Solier se apaga y tiene miedo y se siente sola y sube al techo para mirar el cielo nocturno de Huanta: la nítida constelación de Escorpio con su cola hecha de blanquísimas estrellas. Alguien llamó a todo eso vía láctea. Será la leche del dolor.
COMENTARIO: Esto es una reciente versión de la idea del “indio triste y melancólico, con la violencia presta a salir” en las palabras de Amazilia. No es que la historia personal de Magaly no haya estado marcada por sucesos terribles, pero explotando eso con imágenes con las del párrafo lo único que se hace es construir una nueva versión de un estereotipo recurrente sobre los indígenas andinos. Silenciosos, taciturnos, melancólicos, cargando una violencia contenida que cuando se expresa es incontenible y arrasadora… como lo que se dice sobre los Iquichanos en el Informe Uchuraccay, o como hablaban los indigenistas en el contexto de las revueltas indígenas de los 20s (Ver textos de Cecilia Méndez sobre los Iquichanos, ver el capitulo pertinente de Mestizos Indigenas de Marisol de la Cadena sobre los levantamientos indígenas… capitulo 3 si no me equivoco).
¿Como es eso de que el mundo es injusto por naturaleza?
Pero también es una serrana que vive en una sociedad que discrimina a quienes tienen fresco, en la piel y la voz, el estigma de la vida en los Andes. Marginados durante centurias por la metrópoli que fundó por la fuerza la colonia española, los habitantes de distintos pueblos de la sierra tuvieron que aprender a adaptarse a Lima recién en el siglo XX. Generalmente, los que llegaban hacían el sacrificio inicial: perder sus costumbres y vestidos y parte de su relación con la tierra para hacer vida en la ciudad. Recién la segunda generación podía aspirar al progreso siendo un habitante local, un limeño: chicos y chicas que se vestían ya como seres urbanos y estudiaban en los colegios, en las universidades metropolitanas. El primer requisito para este periplo era perder el idioma de origen, el quechua.
COMENTARIO: Aquí hay una iteración del asunto del aislamiento. Los indígenas marginados por centurias de la metrópoli. Hay varias formas en que esto es falso. (Ver Indios detrás de la muralla de Cosamalon, por ejemplo). Pero mencionare la que me parece mas importante. En el texto se supone que los indígenas andinos hubieran querido ir a Lima pero no se los permitía. Así que estaban alejados del mundo de Lima y de su poder. Pero no es así. No estaban aislados del poder de Lima ni del poder de los funcionarios coloniales. Es mas, Lima era Lima en la colonia gracias al trabajo de los indígenas. ¿Quienes trabajaron en Potosí? ¿Alo? Si bien todos los que murieron en aquel Auswitch andino no pisaron Lima, no estaban excluidos de su conformación pues eran los principales forjadores de su opulencia.
¿Perder sus costumbres? Y las cuchucientas fiestas patronales en Lima ¿que son? ¿Y las Abencias y Sonias que son? ¿Y la popularidad de Alborada? Y bueno… ¿de donde entonces sale la actitud de Magaly Solier? ¿Es una freak, una anomalia? ¿O es una expresión de algo más amplio que viene ocurriendo? Una cosa es que se trasformen y reinventen las costumbres, los signos exteriores de adscripción étnica, cosas que además pasan todo el tiempo en todo sitio. Otra cosa que se evaporen mágicamente. Pero puesto como lo pone el autor, estamos frente a un ejemplo del discurso de la teleología de la aculturación. Según esta falacia, el progreso de los indígenas, el gozo de los beneficios de la ciudadanía, va inexorablemente acompañado de dejar de ser indígenas, en asumir la “occidentalizad” totalmente. Este discurso teleológico es claramente un fuerte deseo pero no es una realidad. La cosa es mucho más complicada y tiene sus vaivenes y recutecus, que nos pueden dar – ahora mas que digamos en los setentas – grandes sorpresas.
Esto también se aplica a la relación con la tierra. En esa parte esta el mito, bien europeo y bien prejuicioso (reiterado en, por ejemplo, Giddens Consecuencias de la Modernidad, bueno, Marx también pensaba un así) que supone que los campesinos están poco menos que encadenados literalmente a la tierra… hasta que son liberados por la “Modernidad” (una lágrima recorre mi mejilla). Las comunidades andinas muestran una larguísima historia de migraciones y desplazamientos. La migración que comenzó en los 40s es solo un episodio más en todo esto, y no uno muy dramático. Y la migración tampoco supone una ruptura radical con las chacras de la abuela. Los términos cambian ciertamente, el lugar de esas chacras en la economía familiar también, pero el vínculo no necesariamente desaparece. Puede ser que en unos casos si y en otros no. Pero no se puede generalizar de un plumazo.
Se llama «sustitución lingüística». A pesar de que en Lima hay más de un millón de quechua hablantes, los estudios presumen que la descendencia no aprenderá ese idioma porque los padres no les enseñarán. ¿Para qué hacerlo? El quechua deja un rastro gramatical muy particular, que en la ciudad se llama «mote». El orden en las oraciones es distinto. Suena chistoso.
COMENTARIO: De acuerdo a nuestro sentido común esto es lo que está pasando. Sin embargo desconozco estudios serios sobre este proceso en Lima (claro, eso puede deberse solo a mi ignorancia). Lo del “mote” y la influencia del quechua en el orden gramatical de las oraciones castellanas, sucede cuando el castellano es aprendido como segunda lengua. Un aprendizaje paralelo de ambas lenguas produciría formas lingüísticas en ambos idiomas distintas a las del “mote” del castellano en la segunda lengua. En todo caso, aquí el problema no es el fenómeno sonoro, sino las ideologías de jerarquización lingüística hegemónicas en Lima y que son parte de las formas de discriminación a los indígenas. Suena chistoso porque uno tiene una ideología discriminatoria totalmente internalizada.
Quizá hay algo incompatible en todo esto y ella lo nota. Segar maíz en la chacra y volar a los escenarios del mundo. Degollar cuyes y grabar un nuevo disco en Europa.
La hoz de metal y el oso de oro. Bertha, su hermana, le ha dicho a mamá Gregoria que venda la chacra y vaya a vivir a Lima. Magaly Solier se niega rabiosamente. Se aferra a la tierra con vehemencia. Luego de la pachamanca –los cuyes ya están cocinándose–, pasará dos semanas trabajando en la chacra, sudando y tensando los músculos. Su madre le ha dicho que una actriz no debería malograrse las manos. A ella le importa un pepino. En unos días, le comprará a doña Gregoria un cerdo y una vaca nueva. La vaca le costará cuatrocientos dólares.
COMENTARIO: Incompatible, no necesariamente. Depende del observador, del punto de vista. Depende de la ideología con la cual uno mira esas prácticas. Lo que pasa es que esta incompatibilidad es obvia en la medida que la ideología desde que la vemos es hegemónica.
A veces pienso que para Magaly todo esto es una especie de retorno imposible. Un psicoanálisis vivencial.
COMENTARIO: ¿Es que hay alguien para quien su propia vida no es una reflexión sobre si mismo?
lunes, 13 de julio de 2009
Otra de Etiqueta Negra: Magaly Solier, la diva del campo
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