Luego de veinte anos que apareciera la primera edición en ingles con el titulo de The hold life has, por fin se ha publicado en castellano la notable etnografia de Catherine Allen con tel titulo de La Coca Sabe bajo el sello del CBC.
Esta etnografia es excepcional para su momento y también para hoy. En los ochentas estábamos en una transición entre el estructuralismo - que ha tenido grandes exponentes en la antropología andina - y la critica posmoderna. Quizás un articulo que gráfica bien esta transición es Entre el milagro y la mercancia de Deborah Poole respecto a la peregrinación de Quyllurit'i. Este se publico en Margenes en 1988 si no me equivoco. En el mismo año se estaba publicando la primera edicion en ingles del libro que nos ocupa.
En un momento en que el estructuralismo aun no había pasado de moda, mucho menos en los Andes, es sorprendente que la etnografia de Allen haya sido escrita con una fuerte atención a la practica e interacción social cotidiana en si misma. En el libro de Allen no encontramos estructuras claras y descontextualizadas de la practica concreta, el tipo de estructura que no sabemos de donde sale ni como se reproduce ni que relación tiene con los seres humanos reales. En el libro de Allen esto no esta presente. Mas bien lo que hay es una actitud diría fenomenológica hacia lo que pasa cotidianamente.
Mas alla de jergas innecesarias (que ya las use bastante) lo que hace notable a esta etnografia es que realmente en ella estan reflejadas la vidas de seres humanos de carne y hueso al tiempo que una exploración de las practicas que construyen la socialidad quechua. Eso es un gran logro. Conozco pocas etnografias (de los Andes o de otros lugares del planeta) que logran mostrar mundos culturalmente ajenos de manera tan humana de modo que logramos acercarnos a los problemas, dramas y alegrías cotidianas de personas que viven en realidades radicalmente distintas a las nuestras.
Este libro pudo ser escrito como fue escrito, creo yo, debido sobretodo a la particular sensibilidad y empatia de Catherine Allen por las personas con las que vivía en la comunidad de Sonqo, Paucartambo. Eso se respira en todas sus paginas. Detalles tan sencillos como negarse a utilizar la palabra informante para referirse a ellos subrayan esto en todo el texto. Algo que se me quedo grabado en la memoria es, por ejemplo, la triste sorpresa que Allen tiene en el funeral de una señora en cuya casa había vivido. La sorpresa de Allen es ocasionada por otra sorpresa... la del viudo que no puede creer que alguien como Allen pueda ser capaz de llorar por la muerte de su esposa. O ese otro momento en que en medio de una fiesta los hombres están dentro de la casa del cargo emborrachándose y las mujeres que ya no caben dentro están afuera tratando de guarecerse de la lluvia que las moja. Muchísimas mas situaciones ilustrar los puntos que la autora quiere demstrar.
Este libro no muestra a los pobladores de Sonqo como seres aislados de un contexto nacional mayor y al mismo tiempo muestra su relación con su pasado y presente indígena sin exagerar la nota (como se suele hacer cuando se habla de resistencia cultural por ejemplo). Mas aun, la autora esta presente constantemente en el libro como un actor mas en la emergencia de las situaciones que informan el libro. Pero no con el narcismo inútil de muchos autores posmodernos, sino con la naturalidad de comunicar que el conocimiento que allí se transmite esta mediado por la autora.
Quienes tengan algún tipo de curiosidad sobre las culturas indígenas de los Andes, sobre por que la coca es tan importante para los indígenas, sobre como la coca media la relación con los lugares que constituyen el paisaje y las relaciones sociales en los Andes, y en general todos aquellos que quieran conocer un poco mas del país deberían darse un tiempito para leer este libro. Es un texto muy bien escrito, fácil de leer, muy informativo y al mismo tiempo muy humano.
Si bien Catherine Allen vivió en Sonqo a finales de los setenta y principios de los ochenta, la edición que acaba de salir incluye un capitulo escrito en los noventa en el que la autora discute los cambios que han ido ocurriendo en Sonqo y en las vidas de sus compadres y comadres. Un defecto es quizás cierto romanticismo y quizás muy poca atención al conflicto y la violencia... pero con todo esto no puedo dejar de recomendar con entusiasmo esta lectura.
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