En el blog de Fernando Obregón se ha posteado un film realizado en el Cusco por gente de la Universidad de Pennsylvania en 1950. Es un documento muy interesante. Lo más interesante desde mi punto de vista son las imágenes de la vida cotidiana en una estación de tren en esos años. (Obviamente las imágenes de Machupicchu son también útiles para ver cuánto y cómo se ha ‘restaurado’ el sitio arqueológico).
Hay que recontextualizar este film, pues en la versión que aparece en el citado post contiene algunos subtítulos que en su mayoría están equivocados.
Las imágenes empiezan con la Pampa de Anta (y no el valle del Cusco), ligeramente antes de Poroy. Por el color de los campos, y luego por la cantidad de agua en los rios, debemos estar entre junio y setiembre.
Luego el tren se detiene en una estación, puede ser la de Poroy, Izcuchaqa o Huarocondo (definitivamente no la de San Pedro como dicen los subtítulos). El tren articulaba, como lo hacen hoy las carreteras, todos los pueblos en su ruta. Paraba en un sinfín de estaciones. Esto sucedía no solo con el tren a Quillabamba (que es el que vemos). Actualmente podemos ver las ‘ruinas’ de estaciones en su momento importantes como la de Kaira a la salida del Cusco o la de Huambutio donde se acopiaba la producción agrícola de San Salvador, Paucartambo, Ccatca, Ocongate, y Urcos.
El tren iba hasta Quillabamba. Luego de los embalses que destruyeron parte de la hidroeléctrica y la línea férrea en los noventa, y luego de la privatización es muy poco probable que se reconstruya la vía férrea hasta Quillabamba. Esto definitivamente perjudica la economía quillanbambina principalmente en el transporte de mercadería hacia el Cusco u otros mercados (cabe subrayar que hasta ahora la famosa carretera por el abra de Malaga sigue sin terminar de asfaltar y con eternos derrumbes que la interrumpen cada época de lluvias).
Volviendo a la estación de tren vemos la pequeña economía que se movía en cada una de ellas con las vendejas principalmente de comida (no se trata pues el mercado de Wanchaq). Vemos a una señora ofreciendo lechón (Huarocondo, indudablemente tiene el mejor lechón de la región, algo que han conservado muy bien). Se ve una mesa con cuatro platos que parecen ser de locro con arroz. Luego una señora sirviendo chicha blanca que debe ser de maíz blanco y arroz. Una canasta de p’ispita repleta platos con tocto, chicharrón de cabeza de chancho y queso fresco. En una canasta más pequeña se ve maíz tostado. Tambien hay un par de señoras sirviendo dos platos. Una parece ser carne con estofado y arroz, la otra una sopa con papa y repollo.
Estas vendejas de las estaciones de tren se han ido luego de la privatizacion. En 1990 cuando fui en tren a Juliaca recuerdo aun haber comprado una porción del famoso Cancacho en Ayaviri. Hace unos años escuchaba la conversación de unas señoras en un bus interprovincial: una contaba indignada su viaje en tren que había realizado a Juliaca luego de muchos años (cuando el tren ya estaba privatizado). Había salido tarde a coger el tren y ya había podido tomar desayuno en casa. Pensó que no era problema, ya se compraría algo en la ruta. Pero fue imposible, ya no habían estos vendedores y el tren no paraba en las estaciones conocidas. Entonces no le quedo otra que comprar algo en el tren. Pidió un par de tazas de te y horrorizada vio como le cobraban 7 soles por ellas. El mismo precio con el que ella hubiera podido comprar cuatro platos de rocoto relleno por ejemplo en cualquier estación de antes. En fin. Estas pequeñas vendejas en las estaciones no han desaparecido, se han trasladado a los paraderos de bus. El otro día nomás me comí rocotos rellenos (S/. 1.50) al paso en Ocongate.
Curiosamente la persona que llevaba la cámara no filmo los vagones en que ella viajaba sino que se concentro en el vagón que a todas luces era el más barato. Se trata de una java que parece estar diseñada para el transporte de animales. La gente apiñada de manera similar a como viajábamos amontonados en el vagón local en los ochentas. Llama la atención el charangista encima del vagón (luego se vera alguien agarrando una mandolina en Aguas Calientes).
El film sigue el trayecto del tren, mas allá de Ollantaytambo podemos ver por unos instantes el puente de Quriwayrachina, conocido más popularmente como el Km. 88, donde se inicia una de las rutas más populares del Camino Inca. En la esquina superior izquierda se pueden ver algunos andenes de Machu Q’ente. El tren llega a Aguas Calientes donde podemos ver un pequeño camión apiñado de pasajeros… y luego como 12 minutos de escenas de Machupicchu.
Un documento sumamente interesante. Un documento que nos muestra cosas al mismo tiempo familiares y lejanas. Resulta familiar el ajetreo de la estación, la vendeja de platos, el apiñamiento, son lejanos las largas polleras, los indispensables sombreros, los ternos, los mantones y hasta los mismos encuadres de una filmación bastante amateur.
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